A fines del año 2000, Adolfo Almarza sufrió un grave accidente automovilístico que le provocó la amputación de ambas piernas. Tenía solo 12 años y cursaba séptimo básico. Tras un intenso proceso de rehabilitación física y emocional, retomó su vida con determinación, y al año siguiente —en 2001— regresó al colegio para continuar sus estudios en octavo básico.

Fue durante ese proceso de recuperación que conoció la bicicleta, inicialmente como parte de su terapia. Pedaleando en una estática comenzó un camino que con el tiempo se transformaría en una verdadera vocación: el deporte como forma de vida.

Durante más de una década, Adolfo se dedicó al downhill profesional, una disciplina de alto riesgo donde no existen adaptaciones ni categorías especiales. Compitió como un rider más, enfrentando los mismos circuitos y exigencias que cualquier otro atleta. Participó durante 12 años en competencias de montaña y urbanas, incluyendo ocho ediciones del Red Bull Valparaíso Cerro Abajo, desde su debut en 2006 hasta su última participación en 2018. Fue el único ciclista en el mundo en correr downhill profesional con prótesis en ambas piernas.

Su carrera lo llevó a escenarios internacionales como el Crankworx de Whistler (Canadá), circuitos en Brasil, Perú, República Dominicana, Eslovaquia y múltiples campeonatos nacionales. A lo largo de esos años, su presencia se volvió símbolo de superación y resistencia, admirado por miles de personas que veían en él algo más que un atleta.

Uno de sus mayores desafíos fue la ultramaratón de ciclismo Épica Atacama 2017: 530 km en modalidad cross-country por el desierto más árido del mundo. Lo hizo junto a su compañero de equipo Nelson Sepúlveda y con la dirección técnica de Julio Acevedo. Durante seis días enfrentaron condiciones extremas, superando obstáculos físicos, climáticos y emocionales. Adolfo fue el único competidor con prótesis en el evento, obteniendo el tercer lugar en la categoría duplas.

Hoy, Adolfo recorre Chile como conferencista y líder motivacional en terreno, compartiendo su historia en colegios, empresas, faenas, comunidades y organizaciones de todos los sectores. Su mensaje no es solo de inspiración, sino de acción, convicción y humanidad. Porque no se trata de competir, sino de seguir avanzando, abrir camino y demostrar —con hechos— que todos podemos ser parte del cambio.